Lección de manejo de crisis
He refrenado mi pluma por días, esperando que alguien indagara el fondo del problema, pero sólo algunos lo rozaron marginalmente, obligándome a lanzarme al ruedo en espera de la furia de los demonios por desatarse.
El affair del helicóptero en el arrecife Alacranes ha sido una lección del manejo exitoso de crisis.
Centraron la carga en Gamboa, quien, con fuero, de inmediato aceptó el error "del helicóptero", aclaró que éste había sido rentado por un empresario que los había invitado a pasar el fin de semana en su yate y pidió disculpas presto a atender cualquier requerimiento de autoridad.
Redes y medios mordieron el anzuelo dejando a un lado el resto de la información y haciendo escarnio del Senador.
La justicia finalmente se hizo sobre el piloto y la empresa arrendadora de la nave, cuyo dueño está, a su vez, asociado con una empresa portuguesa que tiene contratos y concesiones de la SCT por más de 4 mil millones de pesos (Reforma 6 x 16).
Dos, tres días de chaparrón y a otro escándalo. Posiblemente a otro fin de semana en otro yate y se acabó.
El tema, sin embargo da para más.
Las relaciones del mencionado empresario y Gamboa son históricas y económicas. En Yucatán todos las conocen y el éxito del portentoso empresario siempre se ha ligado a la suerte, cargos y relaciones de su amigo en política, a grado de no poder disociar fácilmente ambas carreras ni sus frutos.
Guillermo Ruiz de Teresa corre la misma historia de amistad y cargos hermanados desde el sexenio de López Portillo.
El trío, no obstante, pudiera ser cuarteto, al menos así se publicaron las primeras notas, por lo que la salida al frente de Emilio Gamboa responda a la necesidad de atraer la jauría hacía él en ocultamiento de alguien a quien, de ser así, habrá de cobrar como bien sabe.
De Gamboa se conoce su adicción al domino, imposible imaginarlo sin un cuarto a la mesa en un yate de noche en el Caribe.
¿Hubo alguien más?
Por lo pronto, con lo que se sabe hasta ahora, la salida al frente de Gamboa sacó de la jugada a Ruiz de Teresa, cuya presencia en el yate de un contratista que toca sus puertas un día sí y otro también ponía en entredicho al funcionario (Ruiz de Teresa) y la posición que ocupa en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y juega en el equipo de Gamboa.
Del empresario nadie se iba a ocupar, salvo que salieran al aíre sus relaciones políticas y empresariales con su amigo de juventud.
La propiedad del yate tampoco fue cuestionada, es del empresario dijo Gamboa y San Seacabo. ¿Será?
Los pescadores de la zona sostienen que el evento no es el primero y, por el contrario, es uso y costumbre de los yucatecos involucrados, pero tampoco le dijo nada a nuestro periodismo sin apetito investigador.
En fin, toda una clase de manejo de crisis que oculta más de lo que muestra.
Por lo pronto el autoliquidado (EOR) guardó sepulcral silencio al tiempo de ceder medio CEN a su amigo Gamboa.
PS.- Y el Presidente nombra al hijo de Ruiz de Teresa titular de la Unidad de Políticas de Transparencia de la Secretaría de la Función Pública. ¡Nada más y nada menos!
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