Demagogias plurinominales
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Le mataron el gallo.
Al PRI y a su presidente, César Camacho, les aguaron su mitote disfrazado de consulta ciudadana. Al hacerlo, como al Rey Desnudo, los expusieron en la simulación y trampa de su propuesta.
El Sen. Martín Orozco Sandoval, del PAN, presentó iniciativa de reforma para reducir de 200 a 100 los diputados de representación proporcional y desaparecer los 32 senadores por igual principio electoral. Para hacerlo, no requirió prostituir la figura de la consulta ciudadana, personificar compunción democrática alguna, manipular odios ciudadanos, erogar prerrogativas con recursos públicos, malgastar el presupuesto, los tiempos y los esfuerzos del INE y, mucho menos, poner en la picota a la Suprema Corte de Justicia. Bastó con la firma de un ignoto senador. Pudo ser, también, un diputado igualmente anodino (¿hay de otros?), y de esos Camacho y su partido cuentan 33 de los primeros y 242 de los segundos.
Si partimos de que la reducción de diputados y senadores es compromiso de campaña de Peña Nieto (17 v 12), propuesta de la plataforma electoral de su partido y asignatura pendiente del Programa de Gobierno 2012-2018, no puede uno más que concluir que al chaleco de la consulta ciudadana de Camacho le crecieron las mangas por quererse, aquél, pasar de listillo.
La iniciativa de Orozco exhibe a Camacho y al PRI doblemente: por un lado, demuestra que el PRI lo que buscó fue no quedarse fuera de la guerrita de consultas, hacer presencia, juntar firmas y privilegiar la alharaca. Por otro, no queda duda que para reducir diputados y senadores se requiere reformar la Constitución. Y las consultas ciudadanas no son vinculantes para ello, habida cuenta que el 135 constitucional establece el procedimiento para hacerlo.
Camacho sostiene que no es así. Quiera Dios que esta iniciativa deje sin efecto su consulta y no llegue a la vergüenza que la Corte le dé palo al Doctor en Derecho por ser su propuesta de afrentosa inconstitucionalidad.
Por otro lado, no comparto la iniciativa de Orozco Sandoval, no por la reducción de espacios, tema que habrá que discutir con argumentos sustantivos y en sus méritos, sino porque el Señor senador es víctima de una grave confusión de conceptos de teoría y derecho electoral: confunde voto directo e indirecto con voto simultáneo y sobrerrepresentación con exceso de congresistas per capita de habitantes; porque sus argumentos los hace valer en la relación numérica entre habitantes y legisladores, pírricos ahorros presupuestales y una supuesta y mágica recuperación de la confianza.
Sus argumentos y las largas citas periodísticas, con el mayor de los respetos, no sustentan nada en términos del sistema de representación política que resulte más sinérgico para México.
Por otro lado, pero sustantivamente, su iniciativa es manida. Nada argumenta ni fundamenta al respecto de cambiar propiamente la representación proporcional por lo que él llama un sistema mixto de listas regionales. Mayor confusión de conceptos no puede lograr el joven senador panista.
En el fondo lo que propone es un sistema mixto, pero de tres tipos de diputados: de mayoría relativa, de partido (como en 1963) y de representación proporcional.
No me extraña, toda vez que el PAN siempre se ha opuesto a la representación proporcional. En la discusión de la reforma constitucional de 1977 el Dip. Jorge Garibito plantó la pica en Flandes: "la diputación de Acción Nacional quiere que quede muy claro que rechazamos lisa y categóricamente el sistema de representación proporcional". Hoy, el remedo de Garbito en el Senado ya no rechaza lisa y menos categóricamente el sistema de representación proporcional, sino que nos quiere vender gato por liebre con una iniciativa donde de los 100 diputados electos supuestamente por ese sistema, 50 serán de representación proporcional y 50 diputados de partido, es decir, aquellos que sin haber ganado sus distritos de mayoría hayan obtenido la mayor votación en orden decreciente.
Este sistema no asegura la representación proporcional de las diferentes expresiones ciudadanas, sino que beneficia a los partidos que se disputan en los distritos el segundo lugar.
No es representación proporcional lo que busca el Senador Orozco, sino bipartidismo.
Por mi parte, insisto en que para qué tanto brinco, regrésenos el voto sobre la representación proporcional y otra será la suerte de nuestra partidocracia y sus especímenes en el Congreso.
Me pregunto si Orozco será de lista.
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