POLÍTICA

Irresponsabilidad suprema (basura reciclada)

Irresponsabilidad suprema  (basura reciclada)

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El problema es que no hay democracia que pueda sobrevivir con estos partidos y estos pseudopolíticos

Aunque para ninguno de los dos personajes es su segunda vez; ambos han sido varias veces tristemente reciclados. El inefable Juan Molinar, correcta y sobradamente desprestigiado, carga la muerte de 49 niños en la Guardería ABC y las heridas de 76 más, el desastre de la aviación comercial nacional y sus innúmeros desfiguros. Entre sus trofeos está haber sido corrido en público de la campaña presidencial por la candidata de su partido, quien, también en público, había renegado de él en dos ocasiones anteriores.

Jaime Cárdenas es otro desperdicio reciclado. Sus dislates jurídicos rayan en la demencia y se requiere muy poca memoria para no recordar sus aberraciones como Consejero Electoral. En beneficio de quien las haya olvidado nos recuerda una en este su malhadado reestreno: orondo nos dice que en el Pemexgate nunca se comprobó que el dinero hubiese llegado al PRI, pero con meros indicios no concluyentes multaron al partido con mil millones de pesos. Hoy, nuevamente reconoce no tener pruebas, pero goza de sus cinco minutos estelares en un montaje y ridículo jurídico que debiera costarle su licencia para ejercer la profesión.

La vida los vuelve a juntar: uno, en su odio enfermizo, otro, en su demencia jurídica.

A Molinar lo recupera, otra vez y a la fuerza, su cuate, compinche y socio Felipe Calderón. Mucho debe deberle para que una y otra vez lo rescate de la ignominia en la que con singular consistencia se aferra en caer.

Cárdenas ha de haber sido el único abogado en México que se prestó a poner su calidad de profesional del derecho en el chantaje –otro reciclaje- de López Obrador.

Lo destacable es que los dos personajes vuelven a caminar juntos, aunque no revueltos, en contra del PRI. Poco importan las razones, poco el daño que se cause a las instituciones, nada el desdoro a nuestra democracia y menos que nada la voluntad ciudadana. Lo único que los mueve desde siempre es su odio fanático y enfermizo contra el PRI.

Pero mucha democracia ha pasado por este México para que alguien les crea su otrora apartidismo y credo democrático.

En toda democracia existen personajes nefandos, que nada construyen, salvo su descrédito, y que envenenan la vida civilizada y tolerante de toda democracia. Son verdaderos hombres de la Inquisición, más cercanos a las piras y mesas de tormento que de las urnas y el disenso civilizado y civilizatorio de las sociedades abiertas.

Sin embargo, estos dos personajes están sujetos a una responsabilidad especial: ambos fueron Consejeros Electorales del IFE, conocen el quehacer de las instituciones y su probada capacidad; saben de las salvaguardas del proceso electoral y no les es desconocida la participación ciudadana que garantiza la imparcialidad del sufragio depositado en las urnas. No pueden llamarse a sorpresa ni alegar engaño. Son expertos y están obligados a respetar la verdad y a las instituciones que algún día les dieron cobijo y de las que abusaron sin pudor ni vergüenza. Cárdenas sin el IFE seguiría cargándole el portafolios a Ortiz Arana y Molinar sería achichincle de Calderón, digo, aún más…

Salir ahora con cuentos chinos en demérito de todo nuestro aparato y haber democrático es una traición de lesa patria.

Ayer nos dijeron que eran apartidistas y apolíticos, sin apetitos de poder y comprometidos con un apostolado democrático. Los hechos los han desmentido. Nos dijeron que el PRI era culpable del Pemexgate y hoy Cárdenas confiesa que nunca hubo pruebas concluyentes. También nos han dicho infinidad de excusas sobre la Guardería ABC, pero los datos duros acusan en contrario. ¿Por qué habríamos de creerles hoy?

Además, ambos han sido diputados y ninguno hizo nada para reformar el capítulo de nulidades de nuestra legislación electoral, ni para evitar las nuevas modalidades de la compra y coacción del voto. Y no lo hicieron porque ambos, como hombres de partido que siempre han sido, prefieren dejar abiertas las rendijas por las que todos los partidos, sin excepción, violentan la ley en su beneficio.

Pero a ellos nada de esto importa, para ellos no hay más que una verdad revelada, aunque cada quien traiga la suya y sean irreductibles: el PRI no puede ganar y si es necesario que México se incendie, que así sea.

El problema es que no hay democracia que pueda sobrevivir con estos partidos y estos pseudopolíticos.

Si algo quedó claro en este proceso electoral es que nuestros políticos y partidos no están a la altura del reto democrático y que lo que se teje con gran esmero y alto costo por años, se desteje y ensucia en días por irresponsables enfermos de odio y locura.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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