POLÍTICA

Sensatez y civilidad

Sensatez y civilidad

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Quiera Dios que el clima de crispación que algunos se empeñan en construir no desate los demonios que hacen imposible la política y estéril la democracia

Conforme se acerca su ocaso, Acción Nacional sube la beligerancia y rabia de su discurso y estrategia.

De no suceder una hecatombe, será sacado de Los Pinos; no a patadas, como presume haber entrado, sino por reprobación ciudadana.

Sus odios enfermizos le impiden ver más allá del primero de julio. Para el siguiente día la contienda habrá acabado. Puede que El Peje nos recete su sainete de rigor, pero para todo efecto práctico la elección habrá concluido y, seguramente, con rangos de diferencia suficientemente amplios para enfriar al más tropical de los reclamos de fraude.

Como tercera fuerza, Acción Nacional regresará a su cómodo y nunca abandonado papel de oposición y tendrá que sentarse, nuevamente y como en toda democracia que se precie de serlo, con quien, ya para entonces electo, ha sido el objeto de sus cotidianas y terribles acusaciones.

Puedo entender el odio dogmático que nutre al panismo, pero jamás justificarlo.

Puedo entender la sinrazón electorera y cortoplacista de su guerra sucia, pero jamás sus costos sociales y políticos.

Echar andar la especie que México necesita a otro Aburto es de un fanatismo que congela la sangre y de una estupidez suicida. Ningún actor político podría beneficiarse de ello y, sin embargo, se impulsa irresponsable y arteramente.

Quiera Dios que el clima de crispación que algunos se empeñan en construir no desate los demonios que hacen imposible la política y estéril la democracia.

Llamar asesinos, corruptos, autócratas y narcotraficantes a todos los priistas y al PRI como institución es un despropósito catedralicio, pero hacerlo como estrategia central y única de una campaña que tienen perdida desde su inicio es un suicidio colectivo propio de una secta fanática, no de un partido político, y menos de uno en el poder. Quienquiera que asesore a Josefina es su peor enemigo y le pone los clavos a su féretro político.

Hay muchas formas de aprovechar política y electoralmente la reprobación social de la que la Maestra Elba Esther es merecido objeto, pero hacerla uno de los temas centrales de su campaña y tomarlo de manera personal, es una aberración política. Más cuando el único pacto que existe es el que hizo Calderón al mercar dependencias de gobierno por favores electorales, pacto confeso y jamás desmentido.

El PAN seguirá siendo una institución política de interés público y los asesores de Josefina cobrarán en el Congreso, en el partido o en algún gobierno, pero a ella no habrá panista que salga a defenderla cuando la Maestra pase a cobrarle la afrenta que sus asesores le hicieron asumir de forma personal y temeraria.

Puede que muchos priistas sean todo lo que Josefina dice de todos ellos y de su partido, pero ella sabe que ni todos son coludos ni todos son rabones, y que también en su esquina hace aire.

La judicialización de las campañas y la rijosidad mediática han probado una y otra vez su ineficacia electoral y el grave daño que ocasionan a la política y a la democracia. Persistir en esas vías, más que necedad es irresponsabilidad.

Aún es tiempo de que el partido en el poder se comporte responsable y civilizadamente.

No puede, en su doble papel de actor político electoral y actor político en poder desentenderse de la división y encono que está sembrado, México no lo merece.

Ojalá en estos días que faltan los panistas recuperen la sensatez y la civilidad que México merece y espera de todos sus hijos.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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