POLÍTICA

Vergonzantes

Vergonzantes

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Solo falta que los partidos sancionen con cárcel el derecho de asociación política

Nunca he creído en la ciudadanización. Primero porque todos somos ciudadanos y no hay unos más ciudadanos que otros; segundo porque fue una mascarada del PAN, comprada y aprovechada por el PRD, para partidizar órganos de Estado; tercero, porque la política y el gobierno son cosas muy serias y delicadas como para jugar con fuego; y, cuarto, porque la falacia, para proceder, se fincó en la detracción y escarnio de la política, lo que a la larga nos ha resultado muy perjudicial.

Solo los ciudadanos podemos tomar parte en los asuntos políticos de la Nación. Es tan ciudadano el verdadero político, como el apolítico más obtuso. Entronizar al ciudadano apolítico como la solución perfecta, no fortalece a la ciudadanía ni a la Nación, y sí desprestigia a la política, a los políticos y al Estado mexicano, además de hundirnos en la simulación.

Vázquez Mota ofrece un fiscal anticorrupción ciudadano. ¡Ni modo que no lo fuera! No alcanza a darse cuenta que su propaganda se muerde la cola: ella es precandidata a la Presidencia de la República de un partido político y una política -improvisada sin duda alguna- actuante desde hace años en el ámbito nacional; ahondar la desconfianza en la política y en los políticos acredita torpeza, cortedad de miras y pragmatismo suicida.

La propaganda del PANAL, un dechado de desvergüenzas, critica a los políticos. Se requiere un grado esquizofrénico de cinismo para que la mayor rémora política, sindical, económica, educativa y electoral en la historia de México se promueva con semejante subterfugio.

Del saldo de la ciudadanización solo se salva Woldenberg. De los demás nombres e instituciones ciudadanizados nada es rescatable. La partidización por cuotas es inocultable y su deterioro terminal.

El PAN es víctima de su miopía y estupidez. Hoy, siendo el partido en el poder se ve urgido de echar mano de una ciudadana que surgió combatiendo la inseguridad de sus propios gobiernos. ¿Quién va a querer inscribirse en sus filas y hacer carrera partidista si el propio partido reniega de sus mejores cuadros a favor de figuras externas?

La señora Wallace y el personaje que ha montado Sicilia merecen el mayor de mis respetos por su dolor personal y la reciedumbre de sus luchas, pero ello no les da ninguna calidad especial para gobernar, ni para ser más ciudadanos que cualquiera de nosotros. Tienen, sí, mayor exposición mediática, nada más. Gobernar demanda muchas más cualidades y experiencias que la simple fama pública. Fox es una herida demasiado dolorosa y cara como para olvidarla tan fácil y prontamente.

Me apena el papel de "Juanita" de la señora Wallace. El PAN no tiene posibilidad alguna de ganar en el DF y la utiliza para jalar simpatías y votos que beneficien a sus cuadros partidarios a llegar al Congreso, la Asamblea o alguna Delegación. Terminada la campaña le darán las gracias y la mandarán al cajón de los olvidos. En eso quedará su dignidad y lucha.

Finalmente, me preocupa la irresponsabilidad política de nuestros partidos y sedicentes políticos. Solo un suicida cava con fruición su propia tumba, y ellos lo hacen con singular esmero. Hoy, hasta para ser auxiliar electoral se exige no militar en ningún partido. Nada más absurdo, anticonstitucional y violatorio de nuestros derechos humanos. Solo falta que exijan para emplear a alguien una prueba de no embarazo político.

Nadie puede condicionar un empleo a la conculcación del derecho ciudadano de tomar parte en los asuntos políticos de la Nación en una asociación ciudadana como son los partidos. Al menos nadie debiera hacerlo, pero es el propio IFE y el COFIPE, aprobado por los partidos, quien lo hace hic et nunc.

¡Pobre México con estos partidos y políticos vergonzantes! Entiendo que tengan pena de su hacer, pero que no lo confundan con la verdadera política.

Solo falta que los partidos sancionen con cárcel el derecho de asociación política que les da vida y, con la prisa suicida que llevan, poco falta para que lo hagan.

#LFMOpinión
#Política
#COFIPE
#IFE
#Woldenberg

Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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