POLÍTICA

El ardid por el voto

El ardid por el voto

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Supóngase Usted en juicio que -como todo juicio- se rige por un Código de Procedimientos. El hecho de que exista una norma que regule el proceso es ante todo una garantía. Nadie puede ser molestado en sus derechos sin una orden de autoridad competente que funde y motive su proceder en una norma dictada con antelación al asunto en litigio.

Usted acudirá al juicio conociendo sus derechos y obligaciones, sabedor de qué se habrá de ventilar en él y cómo se ventilará, así como de los instrumentos jurídicos al alcance de las partes y del Juez.

Si el procedimiento permite la prueba pericial, Usted sabrá cuándo y cómo ofrecerla y desahogarla. Lo mismo que sabe Usted lo sabe su contraria y lo sabe el Juez. No hay motivo para sorpresas. Eso se llama seguridad jurídica y la otorga la generalidad de la ley que a todos obliga por igual.

Pues bien, supóngase ahora en juicio donde, a pesar de existir un Código de Procedimientos, su contraparte quiere imponerle a Usted y al juzgador un procedimiento no previsto en la ley. "Con ello, dice, todos quedaremos satisfechos, pero, además, amenaza, si no se acepta mi propuesta no habrá manera que reconozca la sentencia". Chantaje cuádruple, a Usted, al Juez, a la opinión pública y a la ley.

A Usted porque lo arrincona a que se pronuncie por algo que la ley no previene buscando exhibirlo ante la opinión pública como alguien temeroso a que se descubra quién sabe qué; al Juez al quererle imponer la forma de sustanciar el juicio al margen de la ley con el mismo propósito de ponerlo contra las cuerdas y echarle encima la opinión pública: "Lo que yo pido es razonable, si no lo aceptas quedarás sujeto a sospecha de fraude y ‘compló’"; a la opinión pública, distorsionando el procedimiento y los papeles que a cada parte corresponde jugar y, finalmente, a la ley -again- imponiendo su voluntad sobre el mandato legal.

Lo hemos dicho, Felipe Calderón puede pronunciarse a favor o en contra del ardid del conteo, puede decir misa, inmolarse, llenar tres estadios Aztecas, bailar Cha Cha Cha y de nada servirá. Los procedimientos judiciales no se rigen por la voluntad de las partes, menos aún por sus ocurrencias y, por supuesto, no por las estrategias propagandísticas de una de ella.

¿Qué se requiere para que se abran los paquetes?

Primero que la votación en esa casilla haya sido impugnada. Si no se impugnaron todas las casillas por qué exigir lo que no está sujeto al conocimiento del juzgador.

Segundo, que la impugnación proceda, es decir que se demande algo concreto con elementos suficientes para poner en duda el resultado de la votación en casilla. Que el agravio sea determinante para el resultado de la votación. En otras palabras, que el recurso no sea frívolo y notoriamente improcedente. La Sala Regional de Jalapa resolvió 13 casos distritales de la elección de diputados el fin de semana pasado desechando los recursos por notoriamente improcedentes y expresando un severo extrañamiento al demandante (Coalición por el Bien de Todos), por distraer a la autoridad jurisdiccional con asuntos baladíes y obstruir la impartición de justicia al ocupar el tiempo que debiera dedicar a asuntos con verdadero sustento jurídico.

Tercero, que se ofrezcan pruebas que permitan al juzgador llegar a la verdad jurídica.

Y cuarto, que el juzgador, tras valorar lo que hay en expediente, determine necesaria la diligencia de contar nuevamente los votos como caso de excepción, según reza la jurisprudencia obligatoria y aplicable.

El Maestro De la Peza solía decir a quien iba a ver para tratarle un asunto: "Si me viene a decir algo que no está dicho en el expediente, ahórreselo porque sólo puedo considerar lo que obra en expediente; ahora que si lo que me va a expresar ya está en el expediente, ahórreselo también, no necesita repetírmelo.

Por igual, si del expediente, y sólo del expediente, se desprende la necesidad de rehacer el escrutinio y cómputo de casilla el Magistrado instructor, y sólo el Magistrado instructor, podrá acordarlo, ni las partes, ni la prensa, ni las multitudes, ni Elenita, sólo el Magistrado.

Es sorprendente la temeridad del ardid que se ha armado. El día del cómputo distrital exigieron abrir todos los paquetes, se abrieron sólo los que cumplieron las causales que la ley señala para hacerlo, así se realizaron poco más de dos mil casos; hoy parte de su demanda es por esa ¡apertura de paquetes! No dude Usted que mañana van a acusar al Tribunal por haber abierto los paquetes que, en su caso, determine abrir.
Alguien podría explicar por qué se demanda recontar incluso los votos que ya se contaron en casilla y recontaron en cómputo distrital. ¿Cuántas veces habrá que contar? ¿En quién confiarán finalmente los estacionados en la paranoia del fraude? En nadie. Jamás. Podríamos formar una comisión con la Madre Teresa, Einstein, el Dalai Lama y Hugo Chávez, hacerlos contar voto por voto y esperar sentados para verlos ser acusados de fraude y "compló" antes de terminar su conteo.

Si yo fuera Calderón contestaría que no me opongo a nada que considere el Tribunal necesario hacer para llegar a la verdad jurídica dentro de los cauces de la ley que rigen los medios de impugnación en materia electoral, sabedor, sin embargo, que no es mi voluntad ni la de nadie lo que rige el procedimiento jurisdiccional sino únicamente la ley. Pero, gracias a Dios, no lo soy.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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