La renuncia
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A Armando Labra (QEPD)
En aquellos tiempos su discurso era duotemático. De principio le recetaba a uno su "única pasión", llegar al gobierno del Estado de México.
-Mucho gusto -decía el desconocido.
-La única aspiración política de mi vida es ser Gobernador de mi estado -contestaba cual cajero automático.
Tras ello soltaba una frase cualquiera de Reyes Heroles, de quien se ostentaba como alumno directo y heredero ideológico, aunque sólo hubiese jugado con él dos o tres partidos de dominó en casa del padre de un amigo de la prepa.
Se barajaban nombres para integrar lo que sería el IFE. Don Fernando me dijo, "vaya a platicar con Chuayffet". Lo hice. "Mi única aspiración política… porque decía mi maestro Don Jesús…" Le contesté que a mi juicio tenía que definirse entre dirigir el IFE y una carrera partidista, ya que sería dañino para la institución que el director del órgano comicial tuviese aspiraciones electorales. Por su contestación supe que para él el IFE era sólo un escalón.
Llegó a Gobernador para renunciar, con un grave daño al IFE -como hoy se lo infringe al PRI- a los cuantos meses a su "única aspiración". La gubernatura fue también un escalón.
Cuando el IFE, aumentó un elemento a su monólogo y cambió el orden de los temas: Primero aventaba la renuncia, luego hacía gala de su "única" aspiración y cerraba con el refrito reyesheroliano. Don Fernando y Manlio, y luego Núñez, sabían que cualquier asunto delicado el Director del IFE lo trataba con la renuncia de por medio, a grado tal que sus renuncias llegaron al nivel de chunga.
En chunga estaban, cuando Manlio salió de candidato a Sonora y era necesario el reemplazo, mayúscula fue la sorpresa de Don Fernando y, supongo, del Presidente, cuando Don Emilio se presentó, muy formal y cariacontecido, con renuncia en mano, para amagar que si nombraban como subsecretario a alguien con quien guarda odio jarocho desde la preparatoria, él ¡renunciaría al IFE! Valga acotar que nos encontrábamos a mitad del proceso electoral.
Hoy, supongo, su "única" aspiración es ser el gran parlamentario de México y sus refritos deben ser de Belisario Domínguez y, por ende, todo aquello que se oponga en su "única" aspiración amerita el amago de su renuncia.
Lo lamentable es que en México y en el PRI no tengamos memoria, porque vergüenzas y mitos geniales sobran.
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