LO DE HOY
El milagro de la Flor
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Estamos viviendo, ahora sí, el agotamiento del Arreglo Nacional ideado a fines de los 20s.
José Newman
Colaborador Invitado
Estamos viviendo, ahora sí, el agotamiento del Arreglo Nacional ideado a fines de los 20s, que funcionó muy bien hasta fines de los 60s, que descompusimos entre 70 y 82, quisimos, primero, arreglar (82-88), luego dejarlo atrás por otro (88-2000), más tarde cambiarlo de manos (2000-2018) y, finalmente, restaurarlo en manos de un iluminado redentor (18-24).
Nada de eso funcionó por mucho tiempo. Está, estamos agotados y en manos de un delirante y sus huestes resentidas. Estamos agotados discurso, planes, instituciones, partidos, credos, costumbres y un numerosísimo nosotros. Se impone, NO una nueva visión del mismo país, SINO la Visión de un país NUEVO. Pero el pasado y el presente nos pesan tanto y lo imprescindible implica tanta exigencia que, muy a nuestro modo histórico de ser, preferimos creer en los milagros, en la súbita aparición del Salvador en turno o de su Enviada de guardia. Dios o la Virgen nos asistan, lo que llegue primero, y nuestro esfuerzo estará puesto en Creer, otra vez en Creer que es lo mero nuestro de nosotros y en alegrarnos porque uno u otra han llegado en nuestro auxilio. ¡YA la hicimos!
Dedicados a creer, siempre a la espera del redentor aparecido, en los últimos 53 años han desfilado 10 profetas. Desde Echeverría y sus Palomas con la Luz del Mundo, Jolopo y sus efebos con la Abundancia Ready Made, De la Madrid y su contrición convertida en Renovación Moral, el profeta Cuauhtémoc y su desesperanzada iglesia nacional de izquierda, la atrabancada llegada de San Salinas, sus savants y la migración del país al norte al tiempo de la explosión en el sur, el profeta Zedillo sin más promesa que la apretadísima sobrevivencia, luego Fox y sus chiquillos empresarios con la fe puesta en el milagro instantáneo, Calderón, el combatiente, seguido de Peña, el rock star de Atlacomulco y su nueva camada de jóvenes patriotas con el Mexican Moment bajo el brazo, que acabó descarrilando entre Iguala y Palmas. Finalmente, por encima y contra todos, desde el profundo Soconusco, ¡Dios con nosotros!, ¡el Ungido del Sureste, su tropa anticorrupción y su evangelio justiciero del Humanismo Pobrista que anda y trae al país dónde y cómo ya sabrán!
Así llegamos a mitad del 23, el principio del fin del camino esquina la barranca, y la angustia nos consume a todos; unos, corcholatas, por quedarse a toda costa, un reducto en medio deshojando dientes de león para atinarle y, otros más, aliancistas ciudadanizados, por quitarnos de encima a los primeros vía un Frente Metódico y quien resulte su coordinador(a). Así las cosas, no hace un mes y, de un de repente, ¡Zaz!, ¡lo inimaginable!
Aquél, por sacársela de encima, no fuera a ganarle la Ciudad, ¡Su Zócalo!, no fuera a desenterrar lo enterrado desde 1997 hasta hoy, la tiró para arriba y envió unos pajaritos tentadores que tentara al obligado Pueblo, que para eso es y está, y a ella, “no acaso estás ahí que sois su madre” y ocurrió ¡El Milagro de la Flor!
En eso estamos…
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