Vidas paralelas

Tanto Andrés Manuel López Obrador como Gerardo Fernández Noroña han construido su propia imagen a través de aprovechar coyunturas políticas del país.

En el caso de AMLO aplicó la fórmula la "mentira" para colocarse en los primeros planos del movimiento cardenista, ante la necesidad de tener rostros "irreverentes" a favor de la causa anti PRI, situación que lo llevó a dirigir el PRD y ser jefe de Gobierno.

Por su parte, Noroña en su quehacer como "defensor" de los deudores de la banca tuvo como mira a Zedillo para darse a conocer en el ambiente de la izquierda, a través de la estridencia pública reflejada en las notas periodísticas.

López Obrador, además de su cinismo para mentir, se apoyó también en el mote del "peje", cómo símbolo de identidad personal y le sirviera para socializar su imagen a nivel nacional.

Noroña no tuvo el privilegio del peje: los reflectores. Él tenía que provocarlos, utilizando su figura de rijoso y su lenguaje mordaz para que lo voltearan a ver el círculo político y el ciudadano de a pie.

En este andar en la cosa pública, el peje en su calidad de líder opositor llegó a su objetivo, ser el inquilino de Palacio.

Noroña no tuvo más espacio qué San Lázaro, que exprimió al máximo como parlante de la izquierda en contra del PRIAN, lo que lo llevó al paraíso de la sucesión presidencial del 2024, como una corcholata más.

El peje en su vestimenta de Inquilino de Palacio manejó la sucesión y la elección presidencial, decidiendo el presente de las corcholatas.

Circunstancia que Noroña no visualizó, en su lógica concibió que era más que una corcholata al sentirse una Coca Cola del desierto, con vida propia. Error, qué lo llevó al terreno de la confrontación con el dueño de las corcholatas.

Esa “valentía” de Noroña, sirvió para desnudar al peje en su verborrea de su discurso: "no somos iguales", al mostrar su verdadero perfil: sectario, clasista y racista.

Pero esos cinco minutos de firmeza mostrados por Noroña, se diluyeron, ante el manotazo del peje, no te confundas, se te quiere, pero, no eres de la familia morenista.

En ese escenario de mentiras y desprecio por sus compañeros de viaje en la transformación del país, tiene dos opciones:
Mostrar dignidad y arroparse en la figura de Changaleón para retomar el personaje que defiende las causas ciudadanas. O aceptar las migajas que le dé la representante del segundo piso de la 4t.

Al tiempo




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