LO DE HOY

Insaciable...

Insaciable...

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Todo lo codiciado por el inquilino de Palacio de ser el aspirante a rey de chocolate, se diluiría por un sólo voto.

El inquilino de Palacio si algo ha mostrado en seis años es su ambición de poder.

En esa perspectiva construyó su propia plataforma política, léase morena, para controlar el poder de la República.

Para ello se apoyó en figuras que tienen como particularidad la mezquindad, como método para acceder y mantenerse en la ubre del poder.

Cualidades públicas que ha utilizado el tabasqueño para sus fines políticos: apoderarse de las instituciones del país.

Pero, además, esa carencia de dignidad mostrada a pulso por su rebaño le ha facilitado su proyecto transexenal.

Ganar una elección presidencial y la sobre representación en el Congreso de la Unión.

Una corcholata que se presta a todo en aras de ser la primer mujer presidenta, sin réplica, solamente reafirma los credos de su mentor.

Un Congreso de la Unión que se mueve a la partitura que les marca su jefe.

En San Lázaro los morenos y aliados ya cumplieron con su tarea, aprobaron la iniciativa de reforma al Poder Judicial.

Ahora le toca el turno al Senado compuesto por una mayoría guinda: 85 senadores -contra 43 senadores de la oposición- imponer la ley del tabasqueño.

Para tal hazaña la bancada morenista requiere como mínimo de 86 votos para tener la mayoría calificada y poder aprobar la reforma judicial.

No es un tema menor, es un rubro donde el inquilino de Palacio se juega su presente y su futuro.

De ese tamaño es la decisión del Senado que frene o abra la puerta del sueño imperial del tabasqueño.

Eso significa doblar por lo menos a un senador de la oposición, para que les dé la cifra mágica.

El quid del asunto es quién será el "Judas".

Será un azul, un tricolor, o un naranja.

Veamos.

Los panistas no traen canicas para intercambiar.

Los priístas tienen un punto flaco, el tema de Campeche que puede ser moneda de cambio.

Y los naranjas, tienen una pata coja, Nuevo León, que se puede traducir en una adhesión a favor de morena.

Entonces el debate, se reduce: ceder o resistir.

En el escenario de ceder, gana el inquilino de Palacio y pierde México.

En el escenario de resistir, es darle voz y sufragio a los que se oponen a que México se descarrile.

Pero también gana Claudia Sheimbaum, al darle un respiro a su figura de presidenta, al deslindarse como diría el clásico: "sin querer, queriendo" de su jefe, en un tema ríspido para el país.

Hecho inusual que no está en la agenda del tabasqueño: perder.

Todo lo codiciado por el inquilino de Palacio de ser el aspirante a rey de chocolate, se diluiría por un sólo voto.

Ya se verá.

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Gerardo Conde

Gerardo Conde

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