Nada Nuevo...

El primero de octubre es la fecha esperada por México, para disipar la personalidad real o simulada que proyectara Claudia Sheinbaum como presidenta constitucional.

La historia moderna dice que el presidente en turno impone su "estilo" por encima de su antecesor.

Ergo.

El doctor Zedillo con Salinas haciendo valer su sana distancia.

Vicente Fox impuso su discurso de las víboras prietas para distanciarse del PRI.

Andrés Manuel López Obrador su postura por el bien de todos primero los pobres.

Imagen política que les valió manejarse para bien o para mal como titular del poder Ejecutivo sin sombras.

En el caso de la doctora Sheinbaum, por su hoja de vida pública, no hay nada nuevo bajo el sol, es decir, no se esperan sorpresas respecto a su dependencia política con su jefe el tabasqueño.

Sus dichos y actos públicos lo confirman.

Y cuando intenta ser ella su jefe le recuerda: "En qué quedamos" y retoma el camino de la sumisión.

Ejemplo.

En el Congreso de su partido, Morena, se desvive en alabanzas para López Obrador.

Y aceptó ser plato de segunda mesa, al aplaudir la asunción de Andy López Beltrán, y éste se llevará las zalamerías de los morenistas.

En el conflicto con España secundó a su jefe sin cortapisas.

Esta conducta pública de Claudia Sheinbaum denota que no le interesa pintar su raya, mucho menos hacerle ruido que la tache de pelele por dos razones.

La primera es que suscribió un contrato de sumisión con AMLO desde que incursionó con él como secretaria del Medio Ambiente y responsable de la construcción del segundo piso en el Distrito Federal, hoy Ciudad de México.

Desde entonces prefirió desdibujarse a cambio de ser parte del proyecto presidencial del tabasqueño.

La segunda es que a lo largo de los años se ha cubierto de un teflón de cinismo a prueba de censuras sobre su imagen como funcionaria y como candidata.

Piso que le permite afrontar cualquier viento que ponga en duda su perfil de empleada de su jefe-mentor.

Es tan obvia esa relación de dependencia política de la doctora Sheinbaum que el primero de octubre los países que no comulgan con esa farsa le harán el vacío a su ceremonia.

Ante esa realidad diplomática las expectativas internacionales no son favorables a su imagen.

Con ese ambiente de frialdad, Claudia Sheinbaum protestará como presidenta constitucional.

El punto de interés público es observar y escuchar si ese día la doctora Sheinbaum seguirá la línea de sus antecesores:

Apegarse al protocolo de la ceremonia y dirigir un discurso de horizontes para el país.

U olvidarse de formalidades y centrar su mensaje en alabar el legado de su jefe-mentor, así como reiterar la continuidad de la cuarta transformación bajo la edificación del segundo piso, y convocar a los presentes a la cantaleta:
"Es un honor estar con Obrador".

Dándole un sello especial a la ceremonia del primero de octubre, como estilan los morenistas.

Escenografía que trasluce sin ningún recato la estatura que asumirá Claudia Sheinbaum a partir del arranque de su gestión.

Pero esta decisión tiene una respuesta, tener marcaje personal de su jefe-mentor, al quedarse por tiempo indefinido en la Ciudad de México bajo el argumento de "aclimatarse".

La pone contra la pared.

Por tanto, su expresión de que son tiempos de las mujeres y que con ella llegaron todas, se quedará en un simple discurso.

Circunstancia que le permitirá, a lo mucho: "Respirar".

Ya se verá.

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