Para qué cambiar...
El evento de toma de protesta de Claudia Sheinbaum como presidenta constitucional resume la pregunta para qué cambiar, si con "mezquindad" se gana.
Las loas y los hechos lo avalan, desde una Claudia Sheinbaum que se desvive y descuida el protocolo, un Monreal en su papel de bufón y un Adán Augusto que atropella a sus correligionarios en aras de rendirle pleitesía, todos, con un mismo propósito: agradar y reiterar de manera pública quién es el jefe.
La realidad es tan obvia que trasluce la estatura de Claudia Sheinbaum en su calidad de huésped del Palacio Nacional.
En esa óptica se repiten los mismos simbolismos de poder.
Se utiliza la figura emblemática de la maestra Ifigenia Martínez para que le imponga la banda presidencial, como fue en su momento Porfirio Muñoz Ledo, con AMLO.
Se expresa un mensaje de un gobierno para todos para dar una idea simulada.
Se hace un evento masivo en el Zócalo capitalino para entregar el bastón de mando de los pueblos originarios, similar en el 2018 a López Obrador.
Anuncia cien compromisos de gobierno, igual al tabasqueño, hace seis años.
En síntesis, un arranque de soberbia.
Salta nuevamente la pregunta, para qué cambiar si con la misma estrategia ya probada se gana.
En otras palabras, con mezquindad todo se puede.
Bajo la batuta del jefe tabasqueño en su papel de "factótum."
La partitura se ejecuta.
Los primeros días dan cuenta de ello.
Un mañanera con el mismo formato, pero con un sello de simpleza.
Ante la tragedia de Acapulco también cuida la investidura presidencial, al quedarse en la base naval para que no se ensucien sus zapatillas.
Al igual que López Obrador utilizó, en su momento, el sentimiento de la gente al apoyar a los de la tercera edad; ahora su interés como gobernante es apoyar a las mujeres y a las familias que tengan hijos a nivel escolar básico.
Para generar un agradecimiento social y sea su bastión de propaganda que sustente su gestión.
Para qué cambiar, si haciendo lo mismo con mezquindad se puede ganar.
Además, en este esquema los militares mantienen sus prebendas, para qué cambiar, si siguen siendo aliados del gobierno en turno.
Mientras la circunstancia no se modifique, Claudia Sheinbaum no se saldrá de ese formato que impuso su jefe-mentor.
Para ella todo es miel sobre hojuelas.
Por tanto seguirá de frente, de la mano de sus seguidores y del pueblo sabio para edificar el segundo piso de la cuarta transformación.
En contraste con la oposición que les aplicará la máxima salinista: "ni los veo, ni los escucho."
Para Claudia Sheinbaum hay un sólo país, los morenistas y los arribistas que se sumen a la 4t, lo demás no existe.
Al tiempo.
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