POLÍTICA

¿Y la representación política, Apá?

¿Y la representación política, Apá?

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No se puede andar jugando con los sistemas de representación política a contentillo, sin medir sus telúricas consecuencias

Oí a La Nada (Ochoa Reza) con el Dr. Curzio. Todo un dechado de cifras: tantos plurinominales menos, igual a tantos millones de más y, por ende, tanto dinero para la reconstrucción.

¿Y la representación política, Apá?

¿No tiene acaso vela en este entierro?

¿No valdría la pena sopesar siquiera los efectos que semejante barrabasada tendría en nuestra vida democrática?

¿No podrá ahorrase dinero sin atentar contra la representación política?

¿Realmente creerá que todo es mediático y sin impacto en la realidad?

¿Cuánto nos va a costar regresar a las cavernas democráticas de las sobrerrepresentaciones políticas por los efectos nefastos de la mayoría relativa?

Los sistemas de representación se diseñan en consideración de la pluralidad y madurez políticas, así como por la resilencia social en el procesamiento de conflictos y su capacidad de construcción de acuerdos, nunca en cuestión de cabezas más o cabezas menos.

Es imposible que La Nada lo entienda, pero como Presidente de un Partido Político Nacional, es su obligación constitucional pugnar por promover la participación del pueblo en la vida democrática y en la representación política, así como por el acceso ciudadano al poder público. Tal es su deber, no andar viendo cómo cree congratularse con el pueblo devolviendo dinero sin importar los costos democráticos o bien jugar al fajador de cantina interpartidaria: "Órale, Ricardo, de las palabras a los hechos"; proclama en el desierto, sin hacerse cargo que tras las palabras debe haber ideas y tras las palabras y los hechos, principios y propósitos superiores, no circunstanciales.

Lo que propone no podría ser más contrario a la participación ciudadana, a la representación política y al acceso popular al poder.

Es la negación misma de la política, de la democracia, del ciudadano.

La tecnocracia en la peor, más miope y simplona de sus expresiones.

Es de un cortoplacismo que se agota antes de expresarse.

Es, además, un timo de baja estofa.

¿No hay, además, violación flagrante a la Declaración de Principios y Estatutos del PRI?

Como Presidente y militante de Partido debieran quemarlo en leña verde; no sólo los priistas, sino todos los ciudadanos que entiendan algo de democracia.

Ochoa Reza, por lo visto, no sabe de principios de representación política, de modelos de democracia, ni de modelos de partido.
Menos aún de proyecto de país, de régimen constitucional y de pulsaciones ciudadanas.

Su propuesta no podría ser más contraria a la emergencia ciudadana que estamos presenciando en estos días.
Para él lo importante es salir del paso con la primera ocurrencia que se le viene al vacío que tiene en la cabeza. Supongo que supone que la democratización en México fue de mentiritas.

No se puede andar jugando con los sistemas de representación política a contentillo, sin medir sus telúricas consecuencias.

Si en el PRI las decisiones trascendentales se toman como Ochoa Reza procesó la supresión de plurinominales, contando cabezas de menos y dineros de más, sin considerar seriamente los daños políticos en nuestra de suyo desastrada y deslegitimada democracia, ese partido está muerto y, además, no tendría derecho a otra cosa.

Un partido que decide uno de los temas más trascendentes de toda democracia con semejante desparpajo e irresponsabilidad, no merece ser.

¿Qué diría Reyes Heroles?

¿Qué dicen los verdaderos priistas?

¿Qué dicen los que sí saben de sistemas de representación política?

#LFMOpinión
#ParticipaciónPolítica
#OchoaReza

Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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