Bocanada...
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Claudia Sheinbaum, en su calidad de presidenta virtual, a más de un mes de su "triunfo electoral" ha jugado a la política convenciera con su mentor, para que la deje cuando menos respirar, es decir, se ha dejado querer para complacer a su jefe.
Los fines de semana lo acompaña a sus giras de trabajo y aprovecha el micrófono para unirse al coro del pueblo sabio: “es un honor estar con Obrador”.
En esa lógica de enamorar a su jefe también lo ha complacido en aceptar sus propuestas de gabinete en posiciones claves: Hacienda, Gobernación, Educación y Bienestar.
Pero en este juego de perversidad ha buscado en paralelo, no sólo "respirar", sino también generar su propio espacio y agenda como presidenta virtual.
En esa mira, Marcelo Ebrard y Juan Ramón de la Fuente no le dan lo que busca: Visualizarse como lo que es. Ya que Ebrard no le es confiable y De la Fuente no es una figura de peso político, ni en la UNAM, ni en la política nacional.
Ante esa realidad política, su única opción es apoyarse en el apellido Cárdenas, por su peso histórico en la vida del país, para que le sirva de plataforma y de dique político en contrapeso a su jefe.
Por eso, no fue casual retomar las mieles que se echaron mutuamente en la visita que hizo a la familia Cárdenas en Jiquilpan a un mes de la elección presidencial.
Ante el panorama de sujeción y de invasión que ejerce el inquilino de Palacio sobre ella, surge la necesidad de establecer una sana "distancia" que le permita no sólo respirar sino también Verse como presidenta virtual.
A sabiendas de que su jefe no vería con malos ojos la incorporación de Lázaro Cárdenas Batel como su secretario de la presidencia, al ser en su momento su Coordinador de Asesores y por ser el nieto del General Cárdenas e hijo del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, líder moral de la izquierda mexicana.
Al no ser cuestionado por su jefe, sino avalado, le da un resquicio para tejer en el futuro inmediato su propia Imagen Política, para establecer cuando menos en los primeros tres años de gobierno su "sello propio", al tener el respaldo del apellido: Cárdenas.
Apuesta que tendrá como objetivo diseñar su agenda propia en paralelo a la de su jefe.
Esa complicidad con la familia Cárdenas será su mejor dique, para cohabitar con el inquilino de Palacio, mientras el bastón de mando lo sostengan, el mentor y su alumna.
Al tiempo.
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